La estenosis espinal lumbar es una afección causada por el estrechamiento de los espacios en la parte inferior de la columna vertebral, que puede comprimir la médula espinal o las raíces nerviosas. Esta presión puede provocar dolor, entumecimiento o debilidad, ya sea localizada o irradiada a las piernas—especialmente durante actividades que impliquen extensión de la columna (por ejemplo, inclinarse hacia atrás o permanecer de pie mucho tiempo) o carga compresiva. Aunque la estenosis puede deberse a traumatismos, anomalías congénitas, o enfermedades sistémicas, aproximadamente el 80% de los casos de estenosis espinal lumbar son de origen degenerativo. Entre los factores degenerativos más comunes se incluyen la protrusión o hernia del disco intervertebral, la hipertrofia de la articulación facetaria (artritis), el engrosamiento del ligamento amarillo (ligamento flavum), la espondilolistesis (desplazamiento vertebral), y la formación de osteofitos (espolones óseos). ¿Cómo podría la atención quiropráctica ayudar a un paciente con estenosis espinal lumbar a evitar la intervención quirúrgica y a retomar sus actividades normales en la mayor medida posible?
En el modelo médico, el tratamiento inicial puede incluir fisioterapia y/o medicamentos. Si estos no proporcionan alivio, el siguiente paso habitual son las inyecciones epidurales de esteroides (IEE), cuyo objetivo es reducir la inflamación del nervio y aliviar temporalmente los síntomas. Una revisión sistemática del 2025 de 90 ensayos controlados aleatorios halló que las IIE pueden ofrecer una mejora a corto plazo del dolor y la discapacidad, pero no producen una resolución de los síntomas a largo plazo. Si un paciente experimenta un alivio mínimo después de una o dos inyecciones, si el alivio dura menos de un mes o si los síntomas neurológicos progresan, por lo general no se recomiendan más inyecciones. Las directrices clínicas suelen limitar las IIE a un máximo de tres al año y sugieren limitar su uso repetido a no más de dos o tres años consecutivos debido a riesgos como la pérdida ósea, la supresión suprarrenal, y los daños en los tejidos blandos.
Si el paciente busca atención quiropráctica, el objetivo del tratamiento sería reducir la compresión neural mejorando la movilidad de la columna lumbar y el espaciado articular. Para la estenosis espinal lumbar, las directrices actuales desaconsejan la manipulación espinal de alta velocidad y baja amplitud (HVLA). En su lugar, apoyan técnicas más suaves como la flexión-distracción, la movilización, y las terapias de tejidos blandos asistidas por instrumentos. La atención quiropráctica también puede incluir ejercicios específicos, entrenamiento postural, y reeducación neuromuscular para mejorar la salud de la columna vertebral y la movilidad de los nervios.
Tan importante como el tratamiento en la consulta es el tratamiento en casa. Se anima a los pacientes a realizar ejercicios de flexión y de bajo impacto, como bicicleta estática, caminar en cinta inclinada, sentadillas en la pared, y estiramientos de rodillas al pecho, que pueden reducir la presión sobre los nervios lumbares. La estabilización del tronco mejora el soporte de la columna, mientras que el entrenamiento postural y los ajustes ergonómicos (por ejemplo, soporte lumbar, evitar permanecer de pie mucho tiempo, dormir con las rodillas elevadas) ayudan a mantener el alivio. Las modificaciones del estilo de vida, como la pérdida de peso, una dieta antiinflamatoria (rica en omega 3, verduras y alimentos integrales), la hidratación, y el uso de hielo, calor o unidades TENS para controlar el dolor pueden contribuir a una mejora a largo plazo.
La buena noticia: con un esfuerzo constante, hasta el 70% de los pacientes con estenosis espinal lumbar pueden mejorar o mantener estables los síntomas sin necesidad de cirugía. Solo alrededor del 30% de los pacientes llegan a requerir una intervención quirúrgica—normalmente cuando el dolor es incapacitante, la función está severamente limitada, o se produce un deterioro neurológico.