Cuando ocurre un evento de latigazo cervical—como una colisión de un vehículo motorizado—el rápido movimiento hacia adelante y hacia atrás de la cabeza puede lesionar los huesos, músculos, ligamentos, articulaciones, y los nervios (incluida la médula espinal) en el cuello, provocando la colección de síntomas conocido como trastornos asociados al latigazo cervical (WAD, por sus siglas en inglés). Mientras que cerca del 50% de los lesionados pueden esperar una recuperación rápida, la otra mitad tiene dolencias a largo plazo, que pueden incluir dolor de cuello, dolor de cabeza, hipersensibilidad sensorial generalizada, angustia psicológica, y cambios en el rendimiento motor, la función cognitiva, y la composición muscular. Un aspecto muy frustrante de las lesiones de WAD es la falta de pruebas objetivas para hacer un diagnóstico firme. Sin embargo, un estudio reciente puede haber identificado una nueva herramienta para diagnosticar las lesiones en la médula espinal, lo que puede ayudar a identificar a los pacientes en riesgo de problemas continuos.
La radiografía de rutina no es lo suficientemente sensible para detectar lesiones relacionadas con el cordón umbilical en ausencia de una fractura o dislocación obvia. Aunque hay algunas pruebas de examen clínico que pueden ayudar a identificar lesiones menores de la médula espinal, como reflejos aumentados y signos reflejos superficiales anormales relacionados con el cerebro o la médula, un nuevo estudio describe un método avanzado método de Resonancia Magnética, la imagen por transferencia de magnetización (MTI, por sus siglas en inglés), que puede cuantificar un lesión medular discreta. De los setenta y seis pacientes con WAD en el estudio, treinta informaron una recuperación completa en el curso de un año, treinta y dos continuaron experimentando síntomas leves, y catorce tenían síntomas continuos graves. Una revisión del cuestionario inicial del índice de discapacidad cervical (NDI, por sus siglas en inglés) de cada paciente reveló que los pacientes que no se recuperaron tenían puntuaciones más altas de dolor y discapacidad desde el principio. Sin embargo, no hubo diferencia en las puntuaciones iniciales del NDI en los grupos de síntomas leves/graves de un año.
Los investigadores luego usaron MTI para buscar signos de lesión en diferentes tramos de la médula espinal y encontraron diferencias en las áreas que transfieren información motora y sensorial entre los tres grupos. Los investigadores agregan que los hallazgos anormales fueron más comunes entre las participantes femeninas, ya que las mujeres tienen casi dos veces más probabilidad de desarrollar WAD crónico. Se sospecha que esto puede deberse a las diferencias anatómicas entre los cuellos masculinos y femeninos con respecto a la masa muscular y la longitud.
Los quiroprácticos utilizan rutinariamente cuestionarios como el NDI y las pruebas clínicas de reflejos neurológicos para seguir el curso de la atención de un paciente y la respuesta al tratamiento. Cuando los signos y síntomas persisten, las imágenes avanzadas, como la Resonancia Magnética, pueden arrojar luz adicional sobre por qué esos pacientes no se han recuperado. Hasta que la MTI esté más disponible, la confianza en las herramientas de diagnóstico actuales (cuestionarios y examen clínico) continuará siendo el estándar.
La buena noticia es que hay MUCHOS estudios clínicos que respaldan el enfoque de tratamiento multimodal de la quiropráctica en el manejo de WAD que incluye terapias manuales (manipulación, movilización, técnicas de liberación de tejidos blandos, etc.), modalidades físicas que promueven la sanación, entrenamiento con ejercicios para fortalecimiento de los tejidos blandos, y recuperación neurológica (equilibrio, alteraciones visuales, sensibilidad a la luz/ruido, etc.). A medida que las tecnologías continúen avanzando y estén más disponibles, los proveedores de atención médica podrán identificar mejor las razones físicas del dolor continuo y proporcionar las intervenciones adecuadas para intentar prevenir las molestias crónicas a largo plazo.
